lunes, 7 de junio de 2010

Corpus 2010

Repicaban campanas en el primer templo malacitano para anunciar que se iba a iniciar el Pontifical presidido por el Sr. Obispo. Gran afluencia de fieles en la celebración que dio comienzo con puntualidad horaria a las 18:30 horas.

La Escolanía de Santa María de la Victoria y el órgano de la Catedral aportaban la parte musical. El altar estaba elegantemente decorado con flores amarillas y blancas, con el pabellón basilical del templo.

La misa estuvo presidida por el obispo de Málaga, Jesús Catalá, que fue acompañado por la gran mayoría de los sacerdotes de la diócesis, por el obispo emérito Antonio Dorado Soto y el que fuera administrador apostólico de la diócesis, Fernando Sebastián.

Procesión

A las ocho de la tarde se iniciaba el cortejo por la puerta de la Encarnación de la Catedral. Numeroso público en la Plaza del Obispo dispuesto a presenciar la salida que en los primeros tramos figuraba una larga fila de representantes de hermandades y los arciprestazgos de Málaga, que precedían al obispo con la custodia bajo palio para colocar el Santísimo en la carroza procesional. Que ya merece un cambio y una nueva disposición para portar a Nuestro Señor Jesucristo Sacramentado.

Abría la procesión, una magnífica cruz basilical escoltada por dos ciriales, y la banda de cornetas y tambores del Real Cuerpo de Bomberos de la ciudad. Las cofradías de Gloria antecedían a las de Pasión, finalizaban las Cofradías Sacramentales. Cerraban la comitiva cofrade los Patronos y la Victoria. Como novedad, a continuación se disponían los Arciprestazgos representados por su numerosa feligresía. Tras la Adoración Nocturna fue la Banda Municipal, interpretando marchas eucarísticas. A continuación se disponían los seises y los niños de primera comunión, los seminaristas, el clero, el banderín del Cabildo Catedral y el pabellón basilical. Avanzaba la carroza de Su Divina Majestad, adornada con liliums y gladiolos blancos mientras el pueblo entonaba cánticos. «Alabado sea el Santísimo Sacramento del altar». Tras la custodia, el obispo, portando su báculo, los eméritos y el palio de respeto.

Era tan amplio el cortejo procesional en su totalidad que quizás se podría haber unido el frente de procesión con el público que seguía a la carroza procesional.

Habiendo recorrido los altares dispuestos durante el recorrido, a las diez menos diez regresaba a la Catedral. El cambio de hora benefició en la afluencia de público pero quedan muchas detalles por mejorar en esta procesión anual.

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