jueves, 27 de junio de 2013

Coronada por su pueblo

Habían pasado veinticinco años que se dicen pronto, algunos de los que estuvieron habían marchado a su regazo, los que no estaban renovaban lo que ya conocían los mayores. Málaga se echó a la calle y un cuarto de siglo después coronó de nuevo a la Virgen de la Esperanza. Pocas procesiones se recuerdan con esa masiva afluencia de público, era su gente, una devoción que traspasa fronteras, un icono que irradia lo que nunca se pierde, la Esperanza.
 
De Santo Domingo la que había sido sede durante siglos partía el cortejo en el que se incluiría el trono de la Dolorosa a sones de cohetes y campanillas, para enfilar un puente que lleva su nombre y que estuvo alfombrado de romero, ya desde los primeros minutos la marea se congregó delante de la Señora, y no la abandonaron en toda la noche. Veinticinco años después los rayos de Sol volvían a saludar a la Esperanza.
 
Vestida con la nueva saya regalada por los hermanos y devotos obra de Manuel Mendoza siguiendo diseño de Salvador Aguilar, y con un rosario también de estreno lucía la dolorosa perchelera. Sus clásicas azucenas exornaban el trono y unas biznagas, típicas malagueñas que destilaban una hermosa fragancia. El trono contó con dos turnos de hombres para portarlo.
 
Actos ante las Hermanas de la Cruz en Arriola donde una vez más testimoniaron el amor a la Esperanza, en la Plaza de la Constitución donde se recordó la coronación con una lectura y donde se pudo escuchar el “Aleluya” de Haendel por parte de la Joven Orquesta Provincial. Verdiales la recibieron a la entrada de Larios. En el cortejo estaban representadas algunas cofradías de pasión, de Santo Domingo y representantes de las corporaciones que tienen coronadas canónicamente a sus dolorosas, no faltó a la cita el Cuerpo de Intendencia, Hermanos Honorarios de la Archicofradía.
 
Otro acto tuvo lugar en la Plaza del Obispo, un acto de Fe, en este año que tanto se celebra y en el que se rezó el Credo y intervino de nuevo la Orquesta con el poema de Esparza. De allí el cortejo fue buscando el itinerario de vuelta de cada Jueves Santo desembocando en Carreterías a los sones de Campanilleros por la Banda de Música de la propia cofradía y donde se congregaba un numeroso público que ya no la abandonaría hasta su encierro pasadas las cinco y media de la madrugada. Sin olvidar las petaladas, los balcones engalanados para la ocasión, las poesías, y la voz de Juan Rosén, que veinte cinco años después volvió a preguntarle a la Esperanza que donde iba.
 
Nos trajo la primavera, ahora en una noche de luna llena nos ha regalado el verano. Málaga es de la Esperanza.
 
 
 
Foto:AzulyPlata

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