Viernes Santo, Cristo murió en
torno al mediodía en el Gólgota. El silencio, el rigor y la seriedad acompañan
esta triste tarde a los cofrades malagueños.
Dolores de San Juan llena de
dolor nunca mejor dicho el entorno de San Juan severidad y buena puesta en las
calles de la ciudad la de los hermanos de esta corporación nazarena. Brillante
su recorrido y su estación bajo las naves catedralicias.
Descendido en el Hospital Noble,
desde allí parten los hermanos que descienden a su Cristo del madero en esta
triste tarde, su Señora de las Angustias lució tras la restauración.
Monte Calvario baja de su ermita
para desde la Victoria partir en procesión camino del centro, la Señora estrenó
el frontal del palio obra de los talleres de Salvador Oliver.
Desde la Trinidad y con sandalias
e indumentarias de antaño parten los hermanos del Santo Traslado y la Soledad,
grupo escultórico que ya el año pasado se estrenó en nuestras calles y que contaba
con una nueva disposición para ganar presencia del Cristo. Tras Él, la Señora
de la Soledad de San Pablo, añeja devoción trinitaria.
El Amor y la Caridad, este año
tan recordado por su pregonera y Hermana Mayor. El pequeño Cristo del Amor y la
Señora de la Caridad inundaron su recorrido de estas dos virtudes a veces tan
necesitadas.
La Piedad desde el Molinillo
muestra a su Hijo en sus brazos no cabe más dolor que ver a su Hijo muerto en
sus brazos, desde el pie de la Cruz lo muestra a Málaga que la espera en cada
esquina.
Todo se consuma, todo se
silencia. Chopin parece que cuando daba sonido a las partituras de la Marcha
Fúnebre se acordó de Málaga y de este severo cortejo nazareno. El Sepulcro
sembró de llanto y dolor la noche. Su Madre de la Soledad parece ver entre el
llanto la gloria del Domingo.
Para cerrar los cortejos, una
sencilla imagen, un sencillo trono y mucho llanto y dolor. Servitas sale de San
Felipe Neri, para anunciar que Cristo ha muerto, atrás quedaron bordados,
mantos y marchas infinitas.
Así concluye el Viernes Santo.
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