Mi corazón hace días que dejo de latir sangre, ahora late cera, todo me huele a incienso y azahares y voy vestido de infinidad de colores que anuncian la llegada de los días santos.
Ya solo pienso en vivir estos días con la mayor intensidad, ya solo pienso en salir de casa y ceñirme la túnica de mi Titular, de encontrarme con los de siempre y procesionar el testimonio que Dios nos enseño.
La espera se ha consumado y las horas ya se van como segundos. Espero ansioso la primera cruz de guía allá por calle Parras en la mañana soñada de los estrenos y de la ilusión por volver a ver a Dios hecho un chiquillo montado en un pollino. De verlo sufrir, padecer, y morir en una Cruz pero también resucitar en el glorioso domingo. Y mi Jesús, siempre acompañado de la Madre más malagueña, la misma que mi Tierra le puso nombre dejando volar su imaginación y le llamo: Paz, Amor, Caridad, Dolores, Soledad, Concepción,Trinidad, Victoria, Esperanza,Rocío, Paloma, Amparo.
Los malagueños, la soñemos con ojos verdes y paloma entre las manos, con tez morena, con larga cabellera, con pena, y también con gloria. Se le puso el mejor manto y el mejor palio, porque todos siempre queremos lo mejor para nuestra Madre, le pusimos joyas y encajes y la subimos en un trono para que acompañara la Pasión de nuestro Señor por nuestras calles. No cabe mayor Amor, que el de una Madre viendo a su hijo y este hijo la hizo padecer el Mayor Dolor, su pérdida. Pero también la mayor gloria, su Resurrección. Atrás quedaban tantos momentos, nacidos en un humilde pesebre, viéndole gatear por las virutas que el patriarca San José regentaba, buscándolo en el templo, y también pidiéndole ayuda en la boda de Canaán .
Hoy celebramos tus Dolores, los apaciguamos y te acompañamos, te llenamos de flores y de velas para poder alumbrarte, pero tu pena sigue siendo la pena más grande posible.
Ahora, nos queda el testigo de verte, de acompañarte, de llorarte y de soñarte en cada esquina, en cada calle de nuestra tierra y poder celebrar la Pascua junto a nuestros hermanos.
Ya Cristo Resucitó y se quedó para siempre en Málaga a vivir.