Ya me resulta tópico lo del barrio a sus pies, que ciertamente lo es, pero con el cambio al sábado creo que se ha ganado en afluencia y es una ciudad la que lo deja todo, y vuelve al despuntar el alba a las inmediaciones del barrio de la Trinidad.
Desde la madrugada, un reguero de almas se agolpaban a las puertas de San Pablo a la espera del inicio de la Santa Misa, fijada para las 7 horas y oficiada por el Obispo. Salida procesional en el tradicional trono de traslado y docenas de claveles que comenzaban a alojarse a los pies de las imágenes, visita a los enfermos para bendecir a esos Cautivos de la vida, que en su mirada atisban la luz.
Vuelta a su casa, saludo con los hermanos del Santo Traslado y encierro apoteósico en la casa de hermandad. Altas dosis de emociones pero sobre todo de fervor y de amor, al Señor Cautivo y su madre Trinitaria.
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