domingo, 24 de enero de 2016

Naranjo Beltrán habla de su obra que ya anuncia la Coronación de la Soledad de Mena

El pasado viernes en el Salón de los Espejos del Ayuntamiento de Málaga era presentado por Pedro Luis Gómez, director de publicaciones del Diario Sur el cartel que anuncia la Coronación Canónica de Nuestra Señora de la Soledad, de la Congregación de Mena y que tendrá lugar el próximo 11 de junio en la Catedral. La obra está realizada por el pintor y restaurador Francisco Naranjo Beltrán, que fue el encargado de anunciar también la Semana Santa de Málaga de 2015 en el cartel oficial.

Naranjo Beltrán da a conocer en las siguientes líneas la iconografía de la obra que ya anuncia el día grande de los congregantes de Mena.



Iconografía del cartel de la Coronación Canónica de Nuestra Señora de la Soledad


Por Francisco Naranjo Beltrán

Atendiendo a la leyenda que entorno a Nuestra Señora de la Soledad hace referencia al naufragio de una fragata de la Armada Española en la desembocadura del rio Guadalmedina y a la milagrosa salvación de sus ocupantes por la intersección de la Santísima Virgen. Este cartel quiere representar a la Titular de la Congregación de Mena coronada como Reina de Cielos y Tierra, como faro y guía de náufragos y navegantes y verdadera Estrella de los Mares.

El motivo central, como no podría ser de otra forma, es la bellísima efigie de Nuestra Señora de la Soledad en el momento mismo de su Coronación. Entronizada, sentada en un fastuoso trono de oro, símbolo verdadero de su majestad. Este estrado se eleva sobre un escabel conformado por varios peldaños donde quedan grabadas las letras que anuncian la efeméride. El asiento se encuentra flanqueado por dos leones de oro. El león, mamífero felino, es uno de los animales más representados en las artes a lo largo de la historia. Es un icono presente en todas las culturas, portador de valores como el poder, la realeza o la dignidad, adoptado indistintamente en contextos seculares y religiosos.

El león es uno de los animales guardianes por excelencia. La forma leonina es también un recurso constante en la simbología política y la emblemática guerrera. Complementa la imagen del poder y la magnanimidad regia. En este caso los leones representados son directamente traídos de aquellos esculpidos en piedra que guardan las escalinatas de la fachada principal de nuestra Catedral malacitana.

María, ocupa su asiento en este trono de gloria, apareciendo sentada y cubriendo púdicamente su regazo y sus piernas con el mismo manto que protege sus hombros.  Descansa uno de sus pies descalzos sobre un cojín, al mismo tiempo que pisa una rosa blanca. Flor que, como su Gracia Virginal sobre los creyentes, se derrama  por la escala que eleva su solio.  La rosa, como símbolo, tiene su origen en la mitología clásica. Según una versión del mito, la rosa fue creada por afrodita que mientras nacía de la espuma del mar habría querido poner a prueba su poder queriendo crear algo igual de bello que ella, de su seno nació una rosa blanca que se convertiría a partir de entonces en su flor sagrada. Como con otros tantos símbolos mitológicos, éste también fue asimilado por la tradición cristiana.  La rosa constituye, en general, la más universal y arquetípica de las flores, la más nombrada y anhelada. En occidente, a la rosa se le atribuyen virtudes de carácter místico y se la tiene por símbolo de amor y bienestar. Según la tradición cristiana, la rosa blanca representa los misterios gozosos de la Virgen, a quien en las letanías se la denomina Rosa Mística.

En su ajuar de coronación, La Soledad se nos presenta ceñida con el fajín de de Almirante de la Armada Española, ratificándose así en la pintura, su estrecha vinculación secular desde la milagrosa salvación de los náufragos en 1756. Con la intención de apostillar el sentido salvífico de la efigie de la soledad, su figura se convierte en el principal foco luminoso del cartel, un brillante faro que guía a buen puerto a los galeones que buscan llegar a tierra desde un mar en  calma, en una noche clara, iluminada por un cielo estrellado donde las constelaciones se disponen, como suelen en las noches del mes de junio en el hemisferio norte. Ese deseado mes de junio donde LA SOLEDAD será coronada canónicamente.  Este mensaje con el que la Virgen se nos presenta como guía y norte en la mar, se ratifica con el texto grabado  en el respaldar del trono, un definitivo STELLA MARIS, estrella de los mares.


Tras el trono, se yergue de forma rotunda y mayestática la figura del Arcángel Gabriel. Una versión iconográfica muy extendida en época medieval del pasaje de la coronación de la Virgen, tiene como protagonista a Gabriel, que como encargado en un principio, de llevar a María la nueva de la Encarnación del Verbo Divino en su vientre maternal, tiene el privilegio otorgado por Jesucristo, de colocar sobre las sienes divinas de la Virgen la corona de gloria con la que debe ser recompensada. Este modelo de representación tiene un claro precedente en uno de los tímpanos de la Catedral de Notre Damme de París.  Siguiendo con la utilización de símbolos clásicos asimilados por la tradición cristiana, en la presente obra, Gabriel porta en su mano izquierda el caduceo, cetro con el que como mensajero de los dioses, se distingue a Hermes y que como  portador de la noticia de la concepción divina a María, identifica al Arcángel. Con su mano derecha sostiene la presea con la que se dispone a ceñir las sienes de la Santísima Virgen. Una corona de laureles de oro. El laurel representa el triunfo, la victoria, asimismo, y en virtud de su perennidad, simboliza lo eterno, lo inmortal. Este rasgo característico no escapó a los romanos, quienes se valieron de él como distintivo de gloria. El laurel se hallaba consagrado a Apolo, y su follaje, por lo común, servía para glorificar a los héroes, genios, a los virtuosos. En este caso, los laureles son la mejor forma de coronar la cima de virtudes que significa la Santísima Madre de Dios en este caso bajo la advocación de la Soledad.


Texto y fotos:Francisco Naranjo Beltrán



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