El pasado sábado, el hermano mayor de la Congregación de Mena, Antonio de la Morena, acompañado de varios miembros de su junta de gobierno, hicieron entrega al deán de la Catedral, Antonio Aguilera, de un dosel para el tabernáculo del templo catedralicio, cuyo autor es el pintor Francisco Naranjo, quien también asistió al primer templo de la ciudad, como donación de la cofradía justo un año después de la coronación canónica de Nuestra Señora de la Soledad.
Se trata de una grisalla realizada sobre una sarga de 265 centímetros de alto y 175 de ancho, con temple acrílico. Recuperando la tradición de este tipo de obras pictóricas que antaño eran frecuentes y muy usadas en espacios religiosos en momentos determinados del rito con el fin de exornar o cubrir y ocultar determinados elementos litúrgicos por ejemplo durante los oficios de Semana Santa. Con la reforma litúrgica del Concilio Vaticano II, estas prácticas quedaron relegadas y por tanto estos elementos ornamentales en desuso.
Tras el ofrecimiento de la Congregación de Mena al Cabildo Catedral de la hechura de este nuevo telón, los canónigos del primer templo de la ciudad tuvieron libertad para escoger la representación iconográfica que se ajustará más a sus necesidades. De este modo la temática elegida fue la de la representación de los patronos que para la ciudad fueron establecidos en tiempos de los Reyes Católicos e introducidos en nuestra ciudad tras su toma en 1487. Éstos debían aparecer en actitud de adoración ante el Verbo Encarnado. De este modo, encontramos en la escena a los Mártires malagueños, San Ciriaco y Santa Paula, al obispo San Luis de Tolosa, cuya festividad coincide con el día de la reconquista y a San Francisco de Paula, el visionario que animo al Rey Fernando en la toma de la ciudad. Situados frente a frente en parejas, formando una composición en forma de v que vertebra la pintura, a partir de dos grandes diagonales que convergen en la parte inferior del cuadro y en cuyo vértice aparece la espadaña del Santuario de nuestra Patrona, quedando así sucinta la presencia de la protectora de la Diócesis Malacitana. En la mitad superior de la obra y orlado por una corte de querubines, serafines y ángeles, se encuentra la representación del Verbo Encarnado en la figura de un Jesús niño que sentado sobre el orbe, sujeta una cruz y bendice con la mano derecha. De fondo aparece un paisaje de la ciudad de Málaga inspirado en un grabado del siglo XVIII donde se toma una vista de la ciudad desde la ermita del Monte Calvario, quedando como centro del mismo la imponente Catedral primera sede de la Iglesia malagueña.
Fuente:Congregación de Mena
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