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domingo, 27 de marzo de 2016

La Resurrección de Cristo, fuente de vida

La Pascua de Resurrección es la fiesta litúrgica más importante del cristianismo. En ella celebramos el triunfo de Cristo sobre la muerte, que es el “máximo enigma de la vida humana”. El temor por la desaparición perpetua es algo que atormenta al ser humano, porque lleva dentro de sí la semilla de inmortalidad y eternidad, recibida de Dios (cf. Gaudium et spes, 18).

El misterio pascual de Jesucristo es fuente de vida y de esperanza. Bebamos de ese manantial, que salva y sana el daño causado por el pecado. Esta fuente nos lleva a la vida eterna (cf. Jn 4, 14), realizando así el anhelo humano de eternidad. Cristo resucitado es la fuente de nuestra alegría y de nuestra esperanza. “Desde el corazón de la Trinidad, desde la intimidad más profunda del misterio de Dios, brota y corre sin parar el gran río de la misericordia. Esta fuente nunca podrá agotarse (…). Cada vez que alguien tenga necesidad podrá venir a ella, porque la misericordia de Dios no tiene fin. Tan insondable es la profundidad del misterio que encierra, tan inagotable la riqueza que de ella proviene” (Misericordiae vultus, 25).

La Iglesia, y en ella todos los cristianos, está llamada a ser el primer testigo veraz de la misericordia, el testigo cualificado de la Resurrección de Jesucristo, rostro de la misericordia del Padre.


¡Que la entrañable misericordia de nuestro Dios nos llene de su amor y de felicidad!


Mensaje de Pascua de D. Jesús Catalá, Obispo de Málaga.



Fuente y foto:Diócesis de Málaga


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