El pasado viernes en el Salón de los Espejos del Ayuntamiento de Málaga
era presentado por Pedro Luis Gómez, director de publicaciones del Diario Sur
el cartel que anuncia la Coronación Canónica de Nuestra Señora de la Soledad,
de la Congregación de Mena y que tendrá lugar el próximo 11 de junio en la
Catedral. La obra está realizada por el pintor y restaurador Francisco Naranjo
Beltrán, que fue el encargado de anunciar también la Semana Santa de Málaga de
2015 en el cartel oficial.
Naranjo Beltrán da a conocer en las siguientes líneas la iconografía de
la obra que ya anuncia el día grande de los congregantes de Mena.
Iconografía del cartel de la Coronación Canónica de Nuestra Señora de la
Soledad
Por Francisco Naranjo Beltrán
Atendiendo a la leyenda que entorno a Nuestra Señora de la Soledad hace
referencia al naufragio de una fragata de la Armada Española en la
desembocadura del rio Guadalmedina y a la milagrosa salvación de sus ocupantes
por la intersección de la Santísima Virgen. Este cartel quiere representar a la
Titular de la Congregación de Mena coronada como Reina de Cielos y Tierra, como
faro y guía de náufragos y navegantes y verdadera Estrella de los Mares.
El motivo central, como no podría ser de otra forma, es la bellísima
efigie de Nuestra Señora de la Soledad en el momento mismo de su Coronación.
Entronizada, sentada en un fastuoso trono de oro, símbolo verdadero de su majestad.
Este estrado se eleva sobre un escabel conformado por varios peldaños donde quedan
grabadas las letras que anuncian la efeméride. El asiento se encuentra
flanqueado por dos leones de oro. El león, mamífero felino, es uno de los
animales más representados en las artes a lo largo de la historia. Es un icono presente
en todas las culturas, portador de valores como el poder, la realeza o la
dignidad, adoptado indistintamente en contextos seculares y religiosos.
El león es uno de los animales guardianes por excelencia. La forma
leonina es también un recurso constante en la simbología política y la
emblemática guerrera. Complementa la imagen del poder y la magnanimidad regia.
En este caso los leones representados son directamente traídos de aquellos
esculpidos en piedra que guardan las escalinatas de la fachada principal de
nuestra Catedral malacitana.
María, ocupa su asiento en este trono de gloria, apareciendo sentada y cubriendo
púdicamente su regazo y sus piernas con el mismo manto que protege sus
hombros. Descansa uno de sus pies
descalzos sobre un cojín, al mismo tiempo que pisa una rosa blanca. Flor que,
como su Gracia Virginal sobre los creyentes, se derrama por la escala que eleva su solio. La rosa, como símbolo, tiene su origen en la
mitología clásica. Según una versión del mito, la rosa fue creada por afrodita
que mientras nacía de la espuma del mar habría querido poner a prueba su poder queriendo
crear algo igual de bello que ella, de su seno nació una rosa blanca que se
convertiría a partir de entonces en su flor sagrada. Como con otros tantos
símbolos mitológicos, éste también fue asimilado por la tradición cristiana. La rosa constituye, en general, la más
universal y arquetípica de las flores, la más nombrada y anhelada. En
occidente, a la rosa se le atribuyen virtudes de carácter místico y se la tiene
por símbolo de amor y bienestar. Según la tradición cristiana, la rosa blanca
representa los misterios gozosos de la Virgen, a quien en las letanías se la
denomina Rosa Mística.
En su ajuar de coronación, La Soledad se nos presenta ceñida con el fajín
de de Almirante de la Armada Española, ratificándose así en la pintura, su
estrecha vinculación secular desde la milagrosa salvación de los náufragos en 1756.
Con la intención de apostillar el sentido salvífico de la efigie de la soledad,
su figura se convierte en el principal foco luminoso del cartel, un brillante
faro que guía a buen puerto a los galeones que buscan llegar a tierra desde un
mar en calma, en una noche clara,
iluminada por un cielo estrellado donde las constelaciones se disponen, como
suelen en las noches del mes de junio en el hemisferio norte. Ese deseado mes
de junio donde LA SOLEDAD será coronada canónicamente. Este mensaje con el que la Virgen se nos
presenta como guía y norte en la mar, se ratifica con el texto grabado en el respaldar del trono, un definitivo
STELLA MARIS, estrella de los mares.
Tras el trono, se yergue de forma rotunda y mayestática la figura del
Arcángel Gabriel. Una versión iconográfica muy extendida en época medieval del
pasaje de la coronación de la Virgen, tiene como protagonista a Gabriel, que
como encargado en un principio, de llevar a María la nueva de la Encarnación
del Verbo Divino en su vientre maternal, tiene el privilegio otorgado por
Jesucristo, de colocar sobre las sienes divinas de la Virgen la corona de
gloria con la que debe ser recompensada. Este modelo de representación tiene un
claro precedente en uno de los tímpanos de la Catedral de Notre Damme de
París. Siguiendo con la utilización de
símbolos clásicos asimilados por la tradición cristiana, en la presente obra,
Gabriel porta en su mano izquierda el caduceo, cetro con el que como mensajero
de los dioses, se distingue a Hermes y que como portador de la noticia de la concepción divina
a María, identifica al Arcángel. Con su mano derecha sostiene la presea con la
que se dispone a ceñir las sienes de la Santísima Virgen. Una corona de
laureles de oro. El laurel representa el triunfo, la victoria, asimismo, y en
virtud de su perennidad, simboliza lo eterno, lo inmortal. Este rasgo
característico no escapó a los romanos, quienes se valieron de él como
distintivo de gloria. El laurel se hallaba consagrado a Apolo, y su follaje,
por lo común, servía para glorificar a los héroes, genios, a los virtuosos. En
este caso, los laureles son la mejor forma de coronar la cima de virtudes que
significa la Santísima Madre de Dios en este caso bajo la advocación de la
Soledad.
Texto y fotos:Francisco Naranjo Beltrán
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