El bandolero se cobijó en su manto tras acometer una de sus últimas fechorías, la guardia lo buscaba por las inmediaciones de aquél huerto situado en los ancestros Percheles.
Su manto su destino, su puñal y una rosa su premio a la divina señora. Su sorpresa es que la rosa se tiñó de un intenso rojo y su vida anterior pasó a ser vida de oración y recogimiento en un convento.
Aquella leyenda se quedó para la historia y hace siete años la Iglesia malagueña la coronaba canónicamente para que siempre fuera recordada esa dulce señora de amargura consumada por la muerte de su hijo.
El pasado domingo, sus hermanos celebraban la efeméride con una Santa Misa, tras la cual se expuso a la dolorosa en devoto besamano, siendo este el último culto que celebrara la Hermandad antes de abandonar su capilla para las obras que recientemente se van a llevar a cabo.
Foto:AzulyPlata
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