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martes, 6 de abril de 2010

Una nueva Esperanza

Una nueva Esperanza
Sin duda, fue como subir al cielo sin salir de la tierra

El deseo, las ansias y el orgullo de portarla me perseguían desde que la conocí cuando contaba pocos años. Mi estatura y mi corto espacio de tiempo en la espera aún se me cruzan en el camino. Cuando ya creía que esté de 2010, sería el año en el que la portaría por las calles de mi ciudad, el tallaje frenó mis sueños al no encontrar hueco en el varal acorde a mi talla. Pero gracias, al grupo de capataces y mayordomos que guían ese impresionante barroco bajel donde navega la Esperanza más plena y bella de los malagueños me brindaron saborear la gloria por momentos cuando la madrugada se había tornado en Lunas llenas y Esperanzas percheleras a su paso de nuevo por Carreterías.
Fueron unos breves instantes pero no exentos de gloria y plenitud para este hermano que tanto espera ese momento, el poder procesionarla. Unos escasos metros me bastaron para comprobar lo que bajo esos varales se siente. No es más que un enorme cúmulo de sensaciones que en la mayor de las ocasiones hacen brotar un reguero de lágrimas por algo que es muy difícil de explicar. Que es causa de admiración de malagueños y foráneos, motivo de oración para todos y Esperanza para todos los que somos sus hijos.
Porque sin duda, desde muy temprana edad descubrí que Málaga es la tierra de María Santísima y en el Perchel quiso habitar para la eternidad, la belleza hecha Señora. Su mirada se me clavó desde el primer momento que pude observarla y se quedó grabada a fuego en mi pensamiento y por muy lejos que este de su casa en la Tierra, la llevo presente en cada momento. Por eso siempre soñé con prestar mi hombro para alzarla al cielo malagueño en la noche del Jueves Santo, en la que lo último que se pierde es la Esperanza cuando ya el Viernes tiñe de tiniebla la ciudad por la muerte del Dulce Nazareno.
Málaga entera los espera con la mayor ilusión porque solo Ella y Él Dulce Nombre de su Hijo Nazareno deben poner el colofón a la jornada y saben ponerlo con las mayores galas y haciendo honor de su Realeza, que no es más que ser la Reina de la ciudad que lleva siglos venerándola y la bendición del Hijo de Dios que ya traspasa los cuatro siglos.
El Jueves Santo de 2010 lo guardaré para siempre porque “desde ese día tengo una nueva Esperanza”, que es la de portarla en su recorrido en la próxima salida penitencial. Porque sin duda, ese corto espacio de tiempo en el que la porté “fue como subir al cielo sin salir de la tierra”.

1 comentario:

  1. Conociendote y sabiendo como piensas, imagino que aquel momento fue irrepetible cual sublime experiencia que puede vivir una persona en su discurrir de vida. Por algo, Maria Santisima de la Esperanza es la señora de Malaga, es aquella que nos cautiva a todos, la que representa el verde de nuestras vidas, la de la mirada dulce y perdida. Enhorabuena!!!

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